
La ruta en moto del Camino de Santiago que lo está petando este verano
El Camino Francés en moto une paisajes, cultura y libertad a lo largo de 800 km hasta Santiago de Compostela
El Camino de Santiago no es solo una ruta. Es una experiencia que cada persona vive a su manera. Y este verano, la opción de hacerlo en moto está atrayendo a cientos de viajeros.
Durante años, la imagen típica ha sido la del peregrino a pie. También en bicicleta, con esfuerzo y dedicación. Pero ahora, recorrer el Camino en moto se ha convertido en una alternativa con mucho encanto.

El Camino Francés sobre dos ruedas
Pedro Pardo lo tiene claro. Este periodista y experto en rutas moteras lleva más tiempo encima de la moto que andando. Y en su libro España en moto, convertido ya en una referencia del sector, lo deja claro: el Camino también es para motoristas.
La ruta estrella es el Camino Francés. Parte de St Jean-Pie-de-Port, en el País Vasco francés. Desde ahí, arranca un recorrido de 835 km lleno de pueblos, monasterios, curvas y emociones.
El primer tramo va hasta Pamplona, unos 74 km. Es el paso más amable de los Pirineos. El tráfico es bajo y el paisaje, inolvidable.
Luego viene el tramo hasta Logroño. Son 83 km por la NA-111. Aquí esperan el puerto del Perdón, viñedos, y pueblos como Estella y Puente La Reina.

De la meseta a Galicia
La etapa entre Logroño y León es larga, pero especial. Son 321 km donde el paisaje cambia de viñas a campos de cereal. Nombres como Nájera, Santo Domingo de la Calzada o Carrión de los Condes suenan a historia pura.
Aquí, la ruta es menos curva y más recta. Pero el encanto no está solo en la carretera, sino en los pueblos. Desde San Juan de Ortega hasta León, los hitos del Camino están por todas partes.
Desde León hasta Villafranca del Bierzo hay 137 km. Primero, algo plano y luego, empiezan los ascensos. Foncebadón, San Miguel del Camino, Astorga o Ponferrada son paradas clave.
La gastronomía local es parte del viaje. Y cada pueblo tiene algo especial que ofrecer. Tanto en el plato como en la carretera.

La última etapa va desde Villafranca hasta Santiago: 220 km de pura emoción. El ascenso a Portomarín es uno de los favoritos de los moteros. Y entre robles y castaños, las curvas se vuelven inolvidables.
Tramos como la N-547, entre Guntín y Santiago, son un regalo. Subidas y bajadas por Cebreiro, San Roque y Poio. Todo con vistas que hacen que cada kilómetro valga la pena.
Santiago de Compostela marca el final. Pero no se trata solo de llegar. Lo importante es todo lo que se ha vivido en el camino.
Porque hacer el Camino en moto no es una trampa. Es una forma distinta de conectar con la ruta.
La libertad, el viento, el paisaje y la historia se combinan para hacer de este viaje algo único.
Y este verano, más motoristas lo están descubriendo.
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