
Diez motos con las que soñaste de adolescente, en los años 70
Si naciste en los años 60, seguro que en los 70, al meterte en la cama, soñabas con subirte a alguna de estas motos
Quizá no sea exactamente la tuya. A lo mejor se nos ha escapado ese modelo que a ti te quitaba el sueño. Puede ser.
Pero esta lista la forman las motos con las que soñó la mayoría. Algunas llegaron a cumplirse. Otras se quedaron, como tantos sueños adolescentes, en la cabeza.
En cualquier caso, todas merecen ser recordadas. Y seguro que a más de uno le arrancan una sonrisa solo con ver el nombre.

Los 70 fueron el principio del fin del boom de la moto española. Sus años dorados quedaban atrás, en los 60.
Las marcas nacionales trataban de seguir el ritmo, sobre todo, en el off road. Mientras, las motos extranjeras dominaban en carretera.
Eran también tiempos de proteccionismo económico. Una excusa, o una necesidad, según se mire, que llevó a las marcas patrias a dormirse en los laureles o a no poder seguir compitiendo.
Y algo importante cambió también para nosotros: ya no regalaban el carnet de moto con el de coche.
En los 70 se implantó el sistema con dos carnets. A1 a los 16 años para motos de hasta 75 cc. A a los 18 para todo lo demás, sin requisitos previos.

Esto tuvo un efecto directo en los sueños adolescentes. Una Cobra, una Derbi, una Montesa de 74 eran perfectamente alcanzables a los 16.
Pero a los 18, el cielo era el límite. Podías soñar sin restricciones, con la deportiva más salvaje que imaginaras.
Estas son las motos que alimentaron aquellos sueños.
1. Vespa Primavera
A muchos, la Vespa Primavera no nos hacía vibrar como otras. Si ya tenías gasolina en la sangre, seguramente no era tu gran ilusión. Pero para miles de jóvenes, esta Vespa fue sinónimo de libertad.

Poder moverse sin dar pedales ni esperar al autobús. Y por eso está aquí.
Aaunque no fuera la más rápida ni la más deseada por los más quemados. Sin embargo, sí fue con la que más se movieron, y soñaron, los chavales de entonces.
MotoVespa, en Madrid, fabricaba estas Vespa en versión 75 y 125 cc. Ambas derivaban de la Vespa 50 italiana.
Esta fue un éxito en su país, pero en España no cumplía la legislación: no llevaba pedales, así que no era ciclomotor.
En cambio, la versión de 75 cc, que sí podía conducirse con 16 años, sí triunfó aquí. En 1967, y solo para España, la Vespa 50 de carrocería pequeña se convierte en 75. Un año después se le instala un motor 125.

Nacen así los modelos S y SL, y en 1978 llega la Vespa Primavera T3.
Esta nueva versión moderniza sus líneas con faro rectangular, carrocería más estrecha y un motor renovado con tres transfers (de ahí lo de T3). Ofrecía 7 CV y llegaba a alcanzar los 85 km/h.
Al año siguiente, esta misma transformación llega a la 75, que también pasa a llamarse Primavera T3.
No duraron mucho, para lo que suele aguantar una Vespa. En 1984, la gama Primavera desaparece y llegan las PK. Pero las Primavera habían calado hondo.
Si no lo crees, busca una de ellas ahora: son las Vespa más cotizadas de la época.
2. Honda Dax / Monkey
Recuerdo perfectamente aquellos veranos en la costa alicantina. De la mano de mis padres, iba del apartamento a la playa, con los ojos bien abiertos mirando las motos de los extranjeros. Eran distintas.

Parecían mejores, más brillantes, más modernas. Entre todas, las que más me llamaban la atención eran las Honda Dax. Y por una carambola del destino, un amigo mío en Madrid consiguió una Honda Monkey, moto curiosa donde las haya.
La Dax, cuyo nombre real era Honda ST, se presentó en 1969 y se dejó de fabricar en 1981. Sobrevivió en algunos mercados hasta el año 2000.
En esos años empezaron a proliferar réplicas chinas que todavía hoy se pueden encontrar. Era una moto muy original. Disponía de chasis en forma de T, motor de 4T colgado del bastidor, y versiones de 50, 70, 90 y hasta 110 cc.
Tenía cambio manual de cuatro marchas o semiautomático de tres. Con este último, metías marchas con el pie, como en cualquier moto, pero sin usar embrague.
En España no se comercializó oficialmente, salvo en Canarias. El mercado proteccionista lo impedía.
Y, seamos sinceros, tampoco había mucho público para una moto pensada para transportarse en autocaravana o yate. Pero verla en manos de un extranjero ya era suficiente para enamorarte.

La Monkey era una versión aún más pequeña, con el mismo motor 50 de 4T y cambio semiautomático. Para los que la conocimos siendo niños, fue una moto mágica. Pequeña, divertida, con chasis de tubo y carisma para llenar un garaje entero.
3. Bultaco Lobito
Bultaco entendió siempre bien el mercado de los jóvenes. Pero cuando lo hizo, lo bordó. La Lobito fue una moto legendaria.
Es de esas de las que siempre hay alguien en cualquier charla entre moteros mayores que dice: “Yo tuve una. Fue mi primera moto”. Y lo dice con razón, porque era una moto de verdad.

Corría el año 1966 cuando Bultaco lanza dos novedades. Son la Junior 74, para asfalto (hoy casi olvidada) y la Lobito 100.
Es una moto campera basada en la Sherpa y la Matador. La gama Sherpa, por entonces, incluía versiones de trial (T), paseo (N) y cross (S, ya en retirada).
La Lobito se pensó para atraer al público joven. Exhibía un nombre atractivo, tamaño contenido, pero motor quizá demasiado grande.
En 1967 aparecen la Lobito 74 —para España— y la 100 AK —para EE.UU.—. En 1971 llegan dos novedades. Son la Tirón, una trial para los más jóvenes, y la Lobito MK5, con carrocería nueva, depósito y asiento unidos.
Es la mítica Lobito “amarilla”, que se ofrece en versión 125. En 1972 aparece la MK6, disponible en 74, 125 y 175 cc. Esta última, la 175, era ya un auténtico misil.

En 1973 se presenta la Brinco 75: una pequeña moto verde que nunca convenció. Se dice que fue una forma de no llegar al Salón de Barcelona sin novedades.
En 1975 empieza la decadencia. Aparece la Lobito T, pensada para el trial y muy parecida a la Sherpa, pero con menos motor. Y en 1976, con la llegada de las Sherpa 74 y 125, la Lobito queda fuera del catálogo.
Eso sí, Bultaco ya prepara su último gran sueño adolescente: la Streaker.
4. Puch Cobra
La fábrica asturiana Avello (sin acento en la "o") fabricaba motos desde los 50. Empezaron con MV Agusta bajo licencia. Pero a finales de los 60, los italianos abandonan las motos pequeñas de 2T para centrarse en grandes 4T.
Avello duda. ¿Pueden competir en ese segmento? ¿Les merece la pena? Por si acaso, buscan otro socio, que será Puch, en Austria.
Justo va en sentido contrario. Cada vez fabrica más motos pequeñas, y con buena fama.

A mediados de los 70, el mercado español se llena de motos de 75 cc, impulsadas por el nuevo carnet A1. Puch no tiene ningún modelo en esa cilindrada. Pero sí, en Austría, un motor de 50 que puede evolucionar.
Y de ahí nace la Cobra. La primera aparece como prototipo en el Salón de Barcelona de 1974.
En 1976 se lanza la versión definitiva. Es la Cobra MC 75, una moto de campo.
Su motor era robusto, con buen par, capaz de subir de vueltas. Las suspensiones Betor eran de calidad, el acabado, cuidado, y el precio, competitivo.

Pronto llegarían las versiones de competición como las Cobra Cross, Profesional, y las Réplica Coronil. Los motores entregaban desde los 10 CV de la MC75 hasta los casi 16 de las de carreras.
A finales de los 70 e inicios de los 80, Jordi Monjonell gana en TT con ella, lo que le da visibilidad. Y Santiago Blanco, preparador madrileño, lanza sus Cobra X3 con refrigeración líquida y cantilever.
Era algo revolucionario en la época. Muchos soñamos con ella.
5. Montesa Cota 74 / 123
Es verdad que una Cobra corría más. O una Derbi, sin duda. Pero también había quien soñaba con ser Martin Lampkin, Sammy Miller o Vesterinen.
Para ellos, la moto soñada era la Cota 74. Una moto preciosa, con estética calcada a las Cota grandes.
Era bajita, estrecha, ideal para el uso diario como ir al instituto, quedar con los amigos, etc. Pero también para aprender trial de verdad.

Tenía buenas relaciones de cambio, respuesta dócil y buena ergonomía de pie. Además, con cilindro, pistón y carburador de la 123, podías convertirla en una 125 sin que Tráfico (ni tus padres) se enterasen.
Montesa aprovechó para crear nuevas variantes. Con depósito, asiento y faros distintos, nacieron las Enduro 74L y 125L.
Aunque seguían llevando ruedas de trial, tenían un enfoque más polivalente. Y también triunfaron.

La Cota 74 vivió muchos años. Entró en los 80, hasta que fue sustituida por la Cota 80.
Más bonita, más eficaz, y con la misma virtud. Un pequeño cambio de piezas y tenías una Cota 200.
6. Derbi Gran Sport
Viajemos un poco más atrás en el tiempo. Principios de los años 70. Si justo por entonces cumplías los 16 y querías una deportiva “de verdad”, la Gran Sport era la elegida.
Una 75 cc con la que incluso podías meterte en una carrera de velocidad, sin cambiar de moto. No había muchas opciones más.
La Derbi Gran Sport nació en los años 60 y fue evolucionando poco a poco. En comparación con una Cobra o una Cota 74, parecía más vieja. Pero tenía argumentos.

Las de la última serie llevaban colín monoplaza, semimanillares bajos o frenos de tambor de doble leva. Y es una de las primeras motos en emplear un encendido electrónico de serie. Era un modelo ligero y bien afinado.
En 1970 recibe un rediseño, con colín, cuna cerrada por debajo y motor suspendido del tubo central. Con más de 8 CV de serie, en manos expertas podía llegar a los 10 CV.
Y eso, con su peso contenido, le permitía pasar de 100 km/h. No era cualquier cosa.

Duró hasta 1972. Después Derbi se convertiría en toda una fábrica de sueños para adolescentes, con sus gamas de 50 cc.
Fueron desde la Coyote, Diablo, la C4 y C6. Llegarían al siglo XXI con las ya legendarias Derbi Senda.
La Gran Sport, sin embargo, fue la primera que les hizo soñar con ganar carreras. Y con una matrícula en el guardabarros.
7. Vespino
Lo sabemos. Tú tampoco soñaste con un Vespino. Pero miles de chavales sí lo hicieron.
Porque no era una moto para correr o saltar, sino para dejar atrás la bici, el autobús y, a veces, a tus padres.
En 1965 nace en Italia la Vespa 50. Allí es un éxito como ciclomotor. Aquí no cuela, porque la normativa exige pedales, y sin ellos no se puede matricular como tal.
MotoVespa lanza entonces la Vespa 75, en 1967, adaptada a la legislación.

Pero Motovespa SA, como empresa, necesitaba un ciclomotor de verdad. No uno adaptado, sino uno desde cero. Así nace el Vespino, en 1969.
Es un diseño 100% español, sin equivalente italiano. Cuenta con motor, variador y embrague centrífugo en un solo bloque, anclado a un chasis de tubo abierto, de sección rectangular.
El Vespino fue la moto de medio país. Desde chicas jóvenes a policías municipales. Desde abuelos en la compra hasta chavales con carpeta y Walkman.
Y sí, puede que no soñaras con él. Pero seguro que alguna vez lo llevaste.
8. Puch Minicross
Si hablamos de ciclomotores de campo en los 70, hay uno que destaca por encima del resto y se llama Puch Minicross. Todas las marcas quisieron un trozo de ese pastel. Ninguna logró lo que hizo Puch.

Fue uno de los primeros modelos con el logo verde-blanco de Puch saliendo de la fábrica de Avello. Su origen está en el Trivel Borrasca, una mezcla entre el viejo MV Piles y el motor Puch. En 1971 se diversifica la gama, y en 1972 nace la Minicross definitiva.
Esta primera serie, con depósito redondo, pasó a conocerse como “cascahuevos”. Llevaba ruedas de trial, guardabarros elevados y motor de cuatro marchas al pie. Pronto llegarían nuevas versiones.

La más exitosa, la Minicross Súper, ya con depósito cuadrado, es más moderna. Luego, la MC50 Especial (una “cascahuevos” económica), la Súper II, amarilla y verde, y la TT, más endurera y lujosa. Por último, la Super III, ya en los años 80, como versión asequible tras la llegada de la Condor.
Pero la Minicross original fue la que marcó una época. Para muchos, fue la primera moto con la que pisaron barro. Y eso no se olvida.
9. Montesa Enduro 125H / Cappra 125
Los moteros más “quemados” de los 70 solían quejarse de que las Montesa Enduro eran demasiado suaves. Las Frontera de Bultaco, decían, eran casi de cross. Las Montesa, en cambio, más civilizadas.
Pero hubo una excepción: la Enduro 125H. Era una moto diferente. Muy diferente de la Enduro 125L, más cercana a las Enduro 75, a las Cota 74 y 123.
La 125H, en cambio, era una Cappra VB camuflada con matrícula. Una moto alta, agresiva, muy rápida, de la que apenas se fabricaron 800 unidades. Y que no tuvo ni predecesora ni sucesora en la gama.

Porque lo que realmente nos hacía soñar era la Cappra. Montesa se mete en el motocross en los 60.
Comienzan con Brío modificadas y luego la Impala Cross. De ahí nace, para el mercado americano, la Lacross 66. Y tras ella, la Cappra 250 GP.
Su nombre viene de una Brío transformada en la fábrica, que los operarios apodaron “la Cabra” por su capacidad off road. De ahí el término Cappra.
Pronto llegan más versiones: 360 GP, 250 VR (Vehkonen Réplica), y una 125. En 1974 aparece la V75, en el 75 la VA y en el 76 la VB. De esta última nace nuestra protagonista, la Enduro 125H.

La gama sigue con las VE (las del depósito en “lupolen” verde translúcido) y las VF. Pero, para entonces, ya suenan campanas de disco y monoamortiguador. Las últimas grandes Cappra, las 250 y 414 VG, son el canto del cisne de Montesa en el cross.
La 125H se quedó clavada en la retina de muchos. Porque, por una vez, Montesa se desmelenó.
10. Bultaco Chispa
Cerramos esta lista con una Bultaco muy especial: la única que no llevó motor Bultaco. Y, sin embargo, uno de los mayores éxitos de la marca del dedo pulgar.
Se trata de una moto hecha para niños. O para padres que querían que sus hijos fueran pilotos.
Bultaco entendía que el mercado juvenil era importante. La Lobito funcionó. Pero era una moto potente, exigente.
La Tirón, una 100 cc demasiado violenta, no cuajó. La Brinco, más un artefacto que una moto, tampoco.

El problema era el de siempre. Bultaco no tenía un motor pequeño, y desarrollar uno solo para una infantil no era rentable.
Montesa, su eterna rival, sí lo había hecho. Habían comprado los derechos del viejo motor JLO de 50 cc, y con él lanzaron las Cota 25 y Cota 49. En los 70, estas motos triunfaban.
Bultaco necesitaba reaccionar. Encuentran un motor Ducati de 50 cc, refrigerado por aire forzado, con tres marchas.
Lo modifican con nuevo cilindro, culata Bultaco, y lo visten con una réplica a escala de la Sherpa T. Así nace la Chispa.
Es una moto infantil, con cambio al pie y embrague, y con unas geometrías pensadas para hacer trial de verdad. Solo hubo una versión.
No podía competir en variedad con las Cota 25A automática, 25C con cambio, y 49. Pero sí en prestaciones. Era mejor moto de trial.
Hoy todavía hay quien dice que era la mejor moto que nunca tuvieron. O la mejor con la que soñaron.

Y tú, ¿con cuál soñabas?
¿Tuviste alguna? ¿La tienes todavía?
No te vayas muy lejos: en la próxima entrega repasaremos las motos que nos hicieron soñar… en los años 80.
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