
Este elemento de tu equipamiento para moto no es eterno: no caigas en el error
La vida útil de este equipamiento esencial en tu moto depende de muchos factores.
Analicemos cada uno de ellos para valorar el tiempo que podrás usar el tuyo de manera óptima.
Cuando hablamos de cascos de moto, de forma natural deberíamos poner nuestro punto de mira en los modelos integrales.
Son, a fin de cuentas, los más adecuados para ofrecer una protección total, sin piezas que basculan ni elementos que enganchan entre sí.
Del mismo modo, si tratamos sobre la vida útil de un casco integral para moto, el objetivo debe establecerse entre los de mayor calidad contrastada.

¿De qué depende el buen estado de un casco?
De la resistencia de los materiales y su capacidad para absorber impactos dependerá su vida útil.
Hay una norma no escrita que recomienda no extender el uso de un modelo de resina termoplástica más de cinco o seis años.
Mientras tanto, en caso de integrales producidos mediante fibras compuestas podría alargarse hasta unos siete u ocho años.

Más allá de los materiales
Pero el uso que se haga del casco y sus cuidados son vitalesal hablar de la duración útil... y no solo de su aspecto precisamente.
No es difícil encontrar usuarios con cascos veteranos pero de un “buen ver” exquisito, y otros con meses de uso parecen estar listos para entregar en el punto limpio más cercano.
El consejo es evidente: úsalo bien y acertarás.
Por ende, la siguiente máxima es tan importante como esta: descarta tu casco en caso de encontrar síntomas de envejecimiento o deterioro, tanto evidente como “en la sombra”. Vamos a descubrirlos.

1. Daños exteriores
Un casco homologado para moto debe reunir las condiciones adecuadas para soportar cualquier golpe.
Eso sí, no implica que tengas que despreocuparte por el hecho de que se te haya caído al suelo o se tope con el marco de una puerta...
Piensa que cualquier impacto aparentemente leve afectará a la calota exterior, aunque efectivamente se encuentra preparada para recibir y absorber.
Ahora bien, dicha capacidad merma con el paso del tiempo y, cómo no, de la cantidad y tipología de impactos recibidos.

De modo que un casco arañado, “decorado” con pequeños roces y de aspecto “gastado” con la laca exterior dañada, es un casco envejecido prematuramente.
Pero además, atención, tal vez en este caso no responderá con solvencia frente a un impacto derivado de un posible accidente.
Reemplaza tu casco obligatoriamente
De hecho, en caso de haberlo sufrido, lo más adecuado es reemplazar el casco por otro en los dos casos posibles.
Por un lado, a la vista no encuentras daños pero con un impacto severo, tanto la calota exterior como la interior habrán cedido.
Aquí nadie ni nada te garantiza la misma eficacia para un correcto trabajo en una futura ocasión.
Por otra parte, si los efectos son claramente apreciables (pérdida de laca o pintura, grietas, hendiduras…), no tienes excusa.
El casco habrá quedado directamente inservible que no garantiza un uso eficaz.

2. Daños interiores
Si bien los daños exteriores, visibles o no, deben tenerse en seria consideración, los interiores no lo serán menos ni siquiera por quedar más ocultos.
Aunque necesiten un examen más profundo para localizarlos, este es totalmente necesario.
Su correcto estado de revista es vital en todas y cada uno de elementos en juego.

Sistema de ajuste y cierre
Uno de los puntos más delicados lo encontramos en el sistema de ajuste y cierre.
Pese a que los populares micrométricos, dentados o automáticos cuentan con la correspondiente homologación, no siempre se consideran válidos.
Piensa que se encuentran totalmente prohibidos para competición, donde más seguridad se requiere al elevar hasta el infinito el nivel de riesgo…

Otra cuestión es que un sistema de “clics” haya pasado por las pruebas que garanticen un correcto funcionamiento y calidad necesaria para salvaguardarte.
En pocas palabras, deberemos confiar en su homologación para uso, digamos, convencional.
En cualquier caso, si encuentras un deterioro excesivo en las correas que lo soportan, los fabricantes más solventes podrán reemplazarlo.
La cuestión es si realmente merece la pena, o es el indicativo de un necesario remplazo del casco por otro de nueva factura.
Acolchado interior
Cuando hablamos de desgaste, no podemos pasar por alto el que afecta directamente al acolchado interior.
No en vano, es la primera pieza del casco que se encuentra en contacto con nuestra cabeza, lo que denota su importancia.
Como hemos visto, la deformación de las calotas en caso de impacto resta eficacia de recepción del mismo en una segunda colisión.
Pero en este caso, la deformación del acolchado es lenta, progresiva e inexorable.
De ahí que en las tiendas nos digan, si nos ajusta mucho en una primera prueba, que esperemos a que ceda un poco el interior.
Sobre todo se vigilan puntos vitales como el frente, la zona posterior de la cabeza y las sienes, que deben encontrarse necesariamente liberados.

El hecho de pasar de un ajuste algo prieto a que el casco se mueva mientras dejamos fija la cabeza, podría ser cuestión de tiempo.
No solo el contorno de la cabeza, sino también las carrilleras laterales tienden a ceder.
En caso de producirse en exceso, la eficacia frente a un posible impacto en marcha se reduce de manera considerable.

De nuevo, los principales fabricantes nos ofrecen interiores de recambio en función de las tallas y calotas disponibles.
Si además el desgaste es evidente a la vista, no dudes en desmontarlo para hacerte con otro.
Bien, apelemos de nuevo a la lógica: con más de cinco años a tu servicio, ve pensando en no invertir más en él.
Busca otro que satisfaga tus necesidades… ¿o habría que apelar a la tan manida frase “tu cabeza no tiene precio” una vez más?
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