
Las 3 claves para afrontar una rotonda sin miedo a equivocarte... ni a confundir
¿Sabes cómo abordar una rotonda con tu moto? ¿Lo haces sin pensarlo? Tal vez deberías por tu propio bien y el de todos.
El hecho de rodar por una rotonda se ha convertido, hoy día, en un aspecto más de la conducción, especialmente la desarrollada por vías urbanas.
Muchos de los cruces de antaño se han convertido en eso mismo, glorietas, con un fin primordial: facilitar la incorporación a una vía.
Pero no solo eso, sino también para cambiar de sentido, continuar por una vía principal salvando otras secundarias que la "interrumpen", etc.
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Ante la profusión de este tipo de elementos urbanos aparentemente nacido para facilitarnos la circulación, en la práctica no siempre es así.

De hecho, en numerosas ocasiones los usuarios de la vía no tienen en cuenta los factores fundamentales que rigen la circulación en estos puntos.
No es nada que carezca de explicación con un mínimo de dosis necesaria en cuanto a sentido común y, cómo no, la debida educación. Vamos a verlo.
1. ¿Es indiferente la forma de acceder?
Por supuesto que no. Por desgracia, encontramos motoristas (y tantos otros) que, aprovechando el hueco, se mete "a saco" hacia el carril interior, si lo hubiese.
Esto no sería tan peligroso si encontrásemos la rotonda libre de tráfico, pero precisamente se suele hacer al ver el hueco ... "No corto gas", pensará.

Es importante avanzar, sí, pero sin sembrar zozobra entre otros conductores; que de repente se les aparezca una moto puede llegar a provocarlo.
No es tan complicado: en moto siempre tardamos menos en situarnos, incluso si el tráfico en la rotonda es denso y debemos hacerlo desde parado.
Así pues, lo adecuado será acercarnos a la rotonda aminorando la velocidad, comprobar si nuestra incorporación puede ser "limpia" y... ejecutar.
2. ¿Por qué carril circulo?
Esta es otra de las cuestiones que causan controversia, si bien en realidad con un poco de sentido común la solución resulta más que evidente.
De hecho, se indica que la incorporación a una rotonda será, casi siempre, por el carril de la derecha.

¿Casi? Bien, pero en caso de venir rodando por una carretera de doble carril por sentido, ¿qué hacemos?
La norma indica que tendremos que incorporarnos por el carril de la derecha, si la rotonda se encuentra en carretera.

Pero en vías urbanas será irrelevante, aunque deberemos evitar el carril derecho en caso de estar ocupado e incorporarnos por el izquierdo y, con ello, ocupar el interior de la rotonda.
Una vez dentro, se nos presenta otra situación de las que se podrían categorizar como "la madre del cordero", ¿Ruedo por dentro o por fuera?
Como decimos, depende del tipo de rotonda, urbana o interurbana y, por tanto, de cómo hayas accedido a ella... Pero luego hay más.
Porque tienes que rebasarla y la mejor forma es hacerlo por el carril interior, para permitir la incorporación al resto de conductores que allí confluyen. Son para eso.
3. ¿Cómo debo salir de la rotonda?
La respuesta a esta pregunta es sencilla... ¡Cuando debas hacerlo y siempre que tengas libre acceso en tu salida! Algo tan sencillo se complica. ¿Por qué?
Digamos que "a cabezones no hay quien nos gane", y como nuestra salida es esa, justo esa, a veces intentamos meter la moto por delante del resto y aparecen las discusiones.

Entre otras motivaciones, porque a veces nos empeñamos en hacerlo justo a la altura de la salida y, atención, desde el carril interior... hacia fuera.
Así no. La norma y la lógica indica que puedes rodear la rotonda por dentro mientras permites la incorporación de otros conductores. Claro, esto tiene un límite.
¿Cuál? Justo el de tu aproximación a la salida que buscas. Una vez rebasada la penúltima de ellas, cámbiate al carril exterior de forma progresiva para abordar la tuya.
¿Y cómo hacerlo? Siempre indicando la maniobra. Es la mejor manera de que el resto de conductores sepan que "abandonas". Sabrán que ellos ya podrán acceder.

Así es como se agiliza el tráfico, se evitan sustos y, lo mejor, anulamos la posibilidad de causar o sufrir un accidente. Está en nuestras manos, y en las de todos.
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