
Las motos que soñabas en COU: 10 iconos ochenteros que te quitaron el sueño
Si naciste en los años 60 o principios de los 70, sabes perfectamente de qué va esto.
Si naciste en aquellos años, rondas los 50. Y fue en aquella década de "la movida" cuando se nos metió el veneno de la moto hasta el fondo del alma.
Años de pasión, de cambio, de difícil transición para la industria española y de apasionante descubrimiento de lo que venía de fuera.
Fue el último canto del cisne de nuestras motos, y al mismo tiempo, la bienvenida a un mundo nuevo, poblado por motos japonesas, italianas y sueños de importación.
Se nos iban Bultaco, Ossa, Sanglas y unas cuantas más y en su lugar empezaban a entrar nombres como Honda, Yamaha, Suzuki o Kawasaki.
Y con ellos, nuestras ganas de tener algo más que una Cobra TT, como mucho.
Pasábamos las noches soñando con una RD 350, con una MBX o con alguna KTM que solo veíamos en las revistas.
Entonces no sabíamos que hoy soñaríamos con aquellas que nos abandonaban entonces, y que aún quedaban joyas nacionales que hoy serían piezas de museo.
Fue un cambio de era. El mundo se abría y nuestras fantasías también.
Estas son las diez motos míticas de los años 80 con las que soñabas cuando estabas en COU. Y que ahora, con algo más de suerte (y dinero), quizá puedas tener por fin.
1. Bultaco Streaker
La Streaker fue el último gran grito de Bultaco en carretera. Y no fue un susurro, fue un grito deportivo, rápido y preciso.
Muy por encima de lo que el mercado nacional parecía poder ofrecer en otros segmentos, en aquel momento.

Ligera, con chasis multitubular, freno de disco, motor nervioso y una estética de carreras que entraba por los ojos.
Fue la cuna de pilotos como Aspar, Sito o Garriga, que comenzaron sus carreras en la mítica “Copa Streaker”.
La versión negra, lanzada en 1977, montaba el motor habitual de la marca, pero recién afinado. La blanca, del 79, ya incorporaba un embrague renovado y nueva transmisión primaria.

Si Bultaco hubiera seguido viva... ¿Te imaginas una Streaker con refrigeración líquida, suspensión con bieletas traseras y un carenado integral?
Nunca lo sabremos. Pero sí sabemos que hoy, tener una, es casi un privilegio.
2. Rieju MR 80
La MR 80 fue el “pepino” definitivo de Rieju en los 80. Nació en pleno auge del enduro de 75 cc. Era cuando los caminos y las pistas eran el patio de juegos de toda una generación.
Puch mandaba con sus Cobra M-82, Montesa y Bultaco ya iban a remolque, y Derbi se defendía como podía. Pero Rieju… lo bordó.
La Marathon original ya montaba motor Minarelli italiano, como las legendarias Ancillotti.
La MR 80 fue su evolución radical. Ofrecía chasis más serio, mejores frenos, una estética agresiva y un motor que rozaba los 20 CV en versión de competición. Una de las más potentes en su categoría.

La versión blanca de 1984 parecía sacada directamente de un paddock del Campeonato de Europa.
Sí, las Cobra de agua apretaban fuerte, pero la MR iba dos pasos por delante.
Fue el final de las 75 de enduro nacionales. Pero un final glorioso, sin duda.
3. Honda MBX 75 “Hurricane”
Cuando Honda entró de verdad en España, la MBX fue una de las primeras motos que nos hizo soñar. Fue una de las que nos hizo olvidar aquellas marcas de siempre.
Tenía un diseño rompedor, refrigeración líquida, sistema Pro-Link, freno de disco delantero y llantas Comstar.

Y lo más importante: 12 CV reales y una estética que te hacía sentir piloto y "moderno" nada más verla.
La "Hurri" venía de otro mundo. Crivillé llegó a correr con ella, y nosotros nos dejábamos el cuello pegado al cristal del escaparate para verla más de cerca.

Fue el inicio de una saga: la semilla de las futuras NSR, la rival natural de las TZR 80, de las GPR, de todos aquellos cohetes del A1 de entonces.
Hoy nos puede parecer modesta, pero en 1984 era el misil que queríamos todos.
4. Yamaha RD 350
“La matapijos”. Así se la conocía en los 80. Porque costaba lo suyo, solo accesible a los más pudientes, que más les valía saber lo que llevaban.
La RD 350 era todo lo que un chaval de 18 años podía desear. Equipada dos cilindros en paralelo, refrigeración líquida, válvulas YPVS, 55 CV para menos de 170 kilos.

Y una mala leche que enganchaba, con un chasis que, siendo optimistas, podemos calificar de justito.
No era una moto fácil, pero sí adictiva. Llevaba en su nombre la promesa de competición, ya que su propio nombre RD venía de Racing Development.

La estirabas hasta arriba y sentías que el mundo era tuyo. Eso sí: como frenases fuerte, la tija flexaba y el chasis te recordaba que no todo era potencia.
Yo corrí con una años después, en la Copa RD de Resistencia. Aún recuerdo aquella curva rápida en bajada, en Cartagena.
Me fui directo contra las ruedas. Y aunque era más rockero que otra cosa, se ve que era demasiado pijo para ella.
5. Moto Guzzi 850 Le Mans
No era la más rápida, ni la más moderna. Pero una Le Mans aparcada era un imán para adolescentes con acné y sueños italianos.
Un compañero del instituto la llevaba a clase (sí, sin carné). Y yo bajaba cada recreo a verla. Religiosamente.

V2 transversal, cilindros saliendo del carenado, 81 CV, más de 200 km/h y una estética que, para muchos, sigue siendo insuperable.
Para mí, la Le Mans II es la más bonita de todas. Y la III, ya en 1981, fue el cierre perfecto de esa saga.

Si estabas más en la onda japonesa, tal vez no te dijera mucho, porque ya era un poco "hierro". Pero la Le Mans seguía siendo una deportiva de raza que atraía miradas y sueños.
6. Ossa Copa F3
La Copa F3 fue la última bala seria de Ossa en carretera. Y fue una bala bien apuntada, dirigida al corazón de todos esos chavales que querían correr sin arruinarse.
Partía de la Copa 250 pero iba un paso más allá. Se beneficiaba de un cilindro Phantom, escape especial, cúpula, semimanillares, colín, estriberas retrasadas y, sobre todo, mucho carácter.
Se vendía como kit para transformar una Copa normal en una F3, y con eso podías apuntarte a las Motociclismo Series y plantar cara.
Tenía 34 CV para apenas 110 kilos y estética de carreras. Además, un sonido embriagador y ese aroma a aceite de ricino que aún hoy nos hace sonreír.
7. BMW R 80 G/S
A finales de los 70, BMW estaba a punto de cerrar su división de motos. Y de repente se les ocurre la G/S. Más o menos, así fue.
Se inspiraron en las BMW con las que algunos corrían la categoría grande del campeonato alemán de enduro.
Era la última posibilidad de salvar la división de motos, condenada por la dirección por sus malos resultados.

Con piezas cogidas de aquí y de allá, poco más de lo que había en el almacén de las R 80/7 anteriores, crearon algo nuevo. La primera trail real.
Una moto con motor bóxer, transmisión por cardan, suspensiones largas y un espíritu aventurero que no se parecía a nada.
Rodaba con comodidad por asfalto y podía salir de él con seguridad.

La presentaron en Colonia en 1980 y arrasaron. Para colmo, después ganarían el Dakar en el 81, 83, 84 y 85. Con Auriol y Rahier volando sobre la arena a más de 180 km/h.
La G/S nació siendo un "bicho raro". Grande para ser una enduro, pequeña y escueta para ser una GT.
Pero fue el punto de partida de un nuevo tipo de moto: la maxi-trail. Y hasta hoy.
8. Gilera KZ 125
La Gilera KZ 125 estuvo en muchas carpetas forradas con fotos de motos. Y del nacimiento de una saga apasionante de deportivas italianas de 125.
Derivaba de la RV 125, pero era otro mundo. Una evolución muy seria. Carenado integral, válvula APTS, diseño afilado, colores para enmarcar y 26 CV para solo 124 kilos.

Con ella nacería toda una categoría. Sin salir de Gilera, es la predecesora de las ahora cotizadas KK, MX1, MXR, SP01 y de las preciosas últimas SP02 y Crono.
Todas compartían alma, diseñadas para hacerte soñar con ser piloto. Con emular a los del Mundial.
Fue el origen de todas aquellas 125 2T de la década siguiente. Motos que nos dejaron nombres ya míticos como la Cagiva Freccia o la Aprilia RS.
9. Suzuki GSX-R 750
La GSX-R 750 no fue una moto más. Hay un antes y un después de ella.

Puedes considerarla la primera RR auténtica. Mostraba chasis de aluminio, semimanillares, motor SACS, 106 CV y apenas 176 kilos.
Era agresiva, ligera, radical. No se parecía a nada anterior.
Se presentó en el Salón de Colonia de 1984 y lo cambió todo. A partir de ahí, el concepto de moto deportiva quedó reescrito.

Luego vendrían las CBR, FZR, ZXR… pero la primera piedra, sin duda, la puso Suzuki.
10. Puch Cóndor
En un mundo en el que empezaban a reinar las MBX, GPR y KZ, los ciclomotores seguían siendo la verdadera puerta de entrada. Puch lo sabía.
Y si tú por entonces cumplías los 14, también era tu puerta de entrada.

Tras la Monza y la Minicross, la Cóndor apareció como una opción off-road para chavales que querían campo.
Era más alta, más larga, con una estética moderna y un chasis mejorado. El motor seguía siendo el clásico Puch. Duro, divertido y con una enorme oferta paralela de kits para prepararla.
Tenía margen para evolucionar: y fue adoptando con el tiempo el monoamortiguador o el freno de disco delantero.
Convivió un tiempo con la Minicross Super III, pero pronto se impuso como el ciclomotor de campo definitivo.
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